Cómo afrontar las preocupaciones en tiempo de pandemia

En una situación como la actual, con una pandemia sin precedentes para las generaciones contemporáneas, no es fácil siempre afrontar las emociones y pensamientos que tenemos por cómo nos ha cambiado la vida y las frustraciones que desencadenan esta experiencia. La psicóloga Charo Guerola Soler aporta unos consejos para que los pensamientos que tenemos no produzcan malestar.

En primer lugar, es necesario tener en cuenta que los pensamientos son el diálogo interno que tenemos con nosotros mismas y nos permiten interpretar el mundo y evaluar la realidad en la que estamos sumergidos y actuar en consecuencia.

El especialista explica que “un aspecto muy importante de los pensamientos es que lo que piensas determina cómo te sientes y cómo actúas”. Por ejemplo, imagina que vas por la calle dando un paseo y que tú cumples las medidas sobre el uso de la mascarilla y la distancia de seguridad y te cruzas con una persona que lleva la mascarilla por debajo de la nariz, ¿qué pensarías en esta situación? Si lo que te viene al frente es “¡Vaya irresponsable, así como mejorarán las cosas!”, es posible que esta idea te irrite o te enfade y se te escape una mirada o un reproche o puede que incluso le padres y le llamas la atención. Sin embargo, si lo que imaginas es “¡las gomas de las máscaras se prestan enseguida!” es más probable que sientas lástima o preocupación y le mirarás sin reproche y, probablemente, no le dices nada.

¿Por qué si la situación es la misma sientes cosas distintas? Porque estás pensando cosas diferentes, es decir, dando explicaciones diferentes frente a la misma situación y, por tanto, los efectos en ti son también diferentes.

Los pensamientos, además, ayudan a tomar decisiones y actuar dentro de nuestra realidad y, en este sentido, son una parte fundamental de nuestra vida diaria. “Dependiendo de la calidad que tengas, es decir, en función de si lo que te dices te ayuda o te interfiere en la vida diaria, te sentirás de una u otra manera”, señala la psicóloga.

Un ejemplo es que si al salir de casa, te olvidas el hielo hidroalcohólico podría venir a la cabeza la idea “vaya, se me ha olvidado el hielo, pero no pasa nada porque puedo comprar uno en la farmacia de al lado”. Este pensamiento, que podría llamarse “adaptativo”, te ayuda a ser consciente de tu situación
en ese momento y dar una respuesta útil frente a lo que está pasando.

Pero puede ocurrir que los pensamientos aparezcan de forma intrusiva y de forma automática, sin ajustarse a la realidad y, en estos casos, en lugar de ayudarnos interfieren y generan malestar. Así, en el ejemplo citado, podrías pensar: "Me he olvidado del hielo, soy un desastre y todo lo hago mal". Este tipo de pensamientos se denominan negativos, producen malestar y nos llevan a actuar de forma poco útil y no reflejan la realidad.
Por tanto, el especialista recuerda que “lo que piensas puede determinar lo que sientes y lo que haces, así que es importante que seas consciente de qué explicación le estás dando a las situaciones y cómo te hace sentir esto”.

Ante esta situación una recomendación es poner en entredicho nuestros pensamientos, ya que los erróneos pueden producir malestar. Por eso es importante, cuando detectas que tienes un pensamiento molesto, preguntarte a ti mismo o hasta qué punto lo que piensas es una verdad absoluta o puede verse desde otro punto de vista. Por ejemplo, si crees que un dolor de cabeza de un familiar se debe a la COVID-19, inmediatamente sientes miedo y angustia. Pero si lo piensas con calma, lo cierto es que no sabes si se trata de COVID-19, de un resfriado o si simplemente ha dormido mal.

Por eso, ante los pensamientos erróneos puedes preguntarte: ¿Cómo explique la situación? ¿Podría ser que hubiera explicaciones alternativas? Si caben otras explicaciones, ¿puede que mi idea no sea totalmente cierta? ¿Hay dudas razonables sobre que esa sea la única explicación posible?
Y si estás pasando por una situación difícil, pregúntate: ¿He estado en situaciones difíciles en otros momentos? ¿Qué fue lo que ocurrió? ¿Qué hice? ¿Cómo me sentí? ¿Cómo terminó la situación? ¿Cómo estoy ahora?

En resumen, cuando tenemos un pensamiento que nos hace sufrir, es necesario ponerlo en duda y hacer un esfuerzo por verificar si lo que nos estamos diciendo es cierto al 100% o hay otras realidades posibles.

PAUTAS ESPECÍFICAS PARA LA TERCERA EDAD
Pensando de forma específica en la tercera edad, la psicóloga aporta unas medidas de prevención que incluyen evitar buscar noticias de la COVID-19 constantemente. Explicar a las personas mayores la situación de forma clara y sencilla, con el objetivo de mantener la calma, expresarles que es una situación temporal. También deben conocer las medidas de prevención de la enfermedad y hacerles saber que los especialistas están trabajando para que se controle y finalice lo antes posible. También es importante empoderarlos en sus cuidados de salud, como lavarse las manos.

Resulta muy relevante que los familiares de las personas mayores establezcan un espacio de escucha, que va más allá de saber cómo ha ido el día o cómo está, es dejarles expresarse y contar sus propias historias o preocupaciones y decirles los que no están solos.

También es recomendable establecer unas rutinas a la hora de levantarse, acostarse y del lavabo, así como arreglarse para verse bien. Todas estas recomendaciones se completan con ejercicio, porque se mantienen activos y contentos. Y sobre todo, evitar transmitirles preocupaciones y darles tranquilidad. En resumen, “con mayor o menor frecuencia debemos resolver situaciones que nos pueden disgustar, o sentir que los días pasan sin que haya nada que nos satisfaga.

La forma en que percibimos lo que nos pasa, es decir, nuestros pensamientos, influye en nuestras acciones y en nuestro nivel de plenitud. Y aunque no existe ninguna receta de la felicidad definitiva, como hemos visto sí se pueden ejercitar los pensamientos para evitar la angustia y sentirse más enérgico”, concluye la psicóloga Charo Guerola.