El Ontinyent de antes y ahora: ¿Cómo han cambiado nuestros puntos de socialización?

Una ciudad sin jóvenes pierde vitalidad. Los jóvenes atraen, generan creatividad e incentiva el desarrollo cultural, pero ante estas premisas, ¿Es Ontinyent una ciudad pensada urbanísticamente para adolescentes y niños? Si trasladamos este debate a la calle, las opiniones son muy diferentes; sin embargo, sí que hay un punto común entre todas ellas y es que existe un cierto segmento de población, principalmente los adolescentes —la Organización Mundial de la Salud comprende el período de crecimiento entre 10 y 19 años— que no cuentan de espacios más específicos.

“Los parques que han renovado últimamente están muy bien, porque se han hecho ahora las pequeñas pistas de baloncesto, fútbol… Pero para la gente joven existen pocos espacios, quizás yo haría alguna zona de deporte, más en el centro porque la gente no tenga que desplazarse”, comenta Inma Soler, una de las vecinas. “Al aire libre sí hay parques, pero cuando hablamos de espacios cerrados no hay muchos, porque si llueve no sabes dónde ir con los niños. Faltan más espacios de ocio para los niños y también para los adolescentes, para que se puedan entretener de cualquier forma”, expone Marta Crespo. "Parques hay bastantes, pero yo que tengo una hija de 21 años, creo que tienen [los adolescentes] un problema porque hay muy pocos espacios", indicaba otra de las vecinas.

Los tiempos cambian y los puntos y espacios de socialización también, si nos trasladamos al Ontinyent de la década de los cuarenta, el binomio naturaleza y jóvenes era una constante, aquellas generaciones pasaban gran parte de su tiempo cerca de parajes naturales como el río Clariano y el Pozo Claro. “Los domingos íbamos a jugar a esparcida en la zona de las Aguas”, cuenta Antonio Vilaplana. “Paseábamos por la calle Major, desde el Ayuntamiento hasta la Glorieta. Luego también íbamos a jugar al río, al pozo Cañizo, al pozo Moro, esa era la distracción de antes”, señala Ramón Gandia. En esta misma línea está otro de los vecinos nacido en aquellos años, Ramón Peralta, que así lo recuerda: “Pasábamos mucho tiempo en el Pou Clar, el Pou l'Olleta, en todos los charcos que había”.

Asimismo, disponer de espacios públicos e inclusivos según las necesidades de los jóvenes, es determinante para que ellos y ellas puedan involucrarse en actividades relacionadas en sus intereses, participar en los procesos de toma de decisiones y expresarse libremente. Quien trabaja en esta dinámica es el Consejo Local de la Juventud de Ontinyent, Gonzalo Borredà, técnico del organismo, coincide con la línea general expresada por los vecinos en torno a la falta de espacios dirigidos a adolescentes: “Específicamente se detecta una carencia en torno a necesidades de espacios, en este plan (Pla Jove) ya se reivindicaba esta necesidad de hacer mejoras en este espacio (espacio joven) porque es un edificio antiguo que necesita unas determinadas mejoras, pero aparte de eso hacerlo más plural y que llegue a mucha más gente, en el plano se reconoce que hasta un 70-80% de la población joven no conoce este espacio”.

La oficina del Consejo Local de la Juventud cuenta con servicio de asesoramiento gratuito de estudios, legal, psicosexual y juvenil, disponible de lunes a viernes, en la calle Joan XXIII, bajo 10. “Al final lo que queremos es acercar a la gente los recursos con los que contamos y dependiendo de lo que buscan les orientemos”, cuenta Borredà. Además, en este mismo espacio cuenta con una sala de juegos como billar, futbolín, tenis mesa, entre otros, así como bibliotecas y salas de estudios de martes a sábado con distintos horarios.

Otro de los lugares por donde han pasado generaciones enteras de ontinyentins, es el movimiento Júnior, que sigue siendo un polo de atracción para los jóvenes en materia de ocio y entretenimiento, Manolo Martínez, coordinador del centro de los Júniors de Sant Josep, que cuenta con 49 años de antigüedad, explica la trascendencia que ha tenido el movimiento en la ciudad: “La importancia de todas actividades es que al final se crea un vínculo y una unión entre todos los niños de la misma edad que no se crearía en otro lugar, es decir, al verse a todos los adolescentes en los Juniors, ir de campamento, y pasar muchas horas aquí se crea una relación muy positiva”, concluye Martínez.