El párroco de San Rafael, en el ataque de Irán a Israel

“La noche de los bombardeos temblaban los cristales todo el tiempo… Los días siguientes más tranquilo todo, aunque no dejan de pasar aviones y de noche se pueden ver los drones haciendo pases por el cielo…”. Son las palabras del párroco de San Rafael Pablo Beltran a quien el ataque de Irán contra Israel ha sorprendido de peregrinación durante esta última semana en Tierra Santa.

El párroco de la parroquia de Ontinyent ha querido trasladar un mensaje de tranquilidad a todos aquellos que están preocupados por su situación en un contexto como la escalada militar y el conflicto internacional en la zona siguen avanzando día a día, a cada hora que pasa. “Estamos evitando las zonas más conflictivas. Aquí parece más tranquilo de lo que nos llega de la prensa extranjera, aunque nunca se sabe”, añade Pablo Beltran.

El párroco de San Rafael participa en una peregrinación con un grupo de amigos de su tierra de origen, Almería, con los que ha compartido vivencias en la fe y que le han estado acompañando, tanto material como espiritualmente, en todas las misiones por las que ha ido pasando el sacerdote, en el Brasil, Zambia, Australia, Polonia. Cuenta que llevaban cuatro años planificando y preparando ese viaje que ha coincidido ahora con esta situación de conflicto en la región. En los últimos días han visitado Galilea y tenían previsto llegar a Jersusalem.

“De momento hay cierto clima de normalidad”, explica, aunque apunta “lo que sí es cierto es que no hay colas en los Santos Lugares. Estamos solos en todas partes… tan sólo nos hemos encontrado un grupo que viene de Indonesia. Poca gente en la calle, restaurantes vacíos…”.

Lejos del análisis geoestratégico o de valoraciones políticas, para Pablo Beltran, sí existe una alternativa a esta situación de tensión entre países: “¿La solución? Que lo más fuerte frene… pero lo de no resistirse al mal y de responder al mal con el bien que nos enseñó Jesús parece que no se contempla.

A pie de calle, al menos en los entornos donde nos movemos, judíos, musulmanes y los pocos cristianos que hay hacen vidas paralelas que se rozan de vez en cuando sin conflicto alguno… Nos unimos día y noche en todas nuestras oraciones a tantos que piden la PAU… porque en una guerra nunca hay vencedores, todos pierden”, concluye.