Llegar a una ciudad que no es la tuya de origen y encontrarte que se habla una lengua que desconoces siempre presenta un reto, sobre todo para aquellas personas que quieren integrarse socialmente. Uno de los recursos de los que dispone Ontinyent son las clases de lenguas de diversos niveles, que se imparten en el Centro Público de Formación de Personas Adultas San Carlos.
En total, este centro formativo cuenta con 228 personas extranjeras, de 35 nacionalidades distintas, según datos del centro. En cuanto a quienes estudian el nivel inicial, en castellano hay 164 alumnos, mientras que en valenciano son 23.
Prestamos atención a estos últimos, porque han escogido la lengua vernácula que se habla mayoritariamente en Ontinyent, para poder entenderse con sus vecinos, con los padres y madres de la escuela de sus hijos, con los feligreses de la parroquia o, incluso todo, para entender a la misma pareja… sin que los ontinyentinos tengan que cambiar de lengua. Hechos de habla que se encuentran en su día a día, escenas cotidianas, de las que quieren formar parte como una o más.
En una de estas clases, impartida por el jefe de departamento, Franjo Tejedor, cinco alumnos han compartido su historia para contar qué significa para ellos estudiar valenciano en el centro de formación de adultos Sant Carles. Así, Laura y Nelson llevan dos años viniendo a España de Uruguay y llevan nueve meses residiendo en Ontinyent. “Principalmente aprendemos valenciano para integrarnos. Tenemos hijos adolescentes y ellos están estudiándolo en el instituto. También queremos hablar con el vecindario y nos están ayudando a entenderlo y empezamos a escribir WhatsApp en valenciano para comunicarnos con ellos. Asimismo, nos gusta poner ÀPunt y Mediterráneo 8 para acostumbrar el oído al habla”, explica esta pareja.
En el caso de Tomás, es originario de Puerto de Santa María, Cádiz, y hace dos años que vino a vivir a Ontinyent. “Mi pareja es valencianohablante y yo quería hablar con él en valenciano y estar integrado en su ambiente, que la gente no tenga que cambiar al castellano cuando estoy yo. Quería ser un ontinyentí más. Ahora ya voy a las tiendas y empiezo a defenderme en valenciano”.
Para Shirley, una médica ecuatoriana que lleva un año viviendo en España y tres meses en Ontinyent, su objetivo es el mismo que sus compañeros de clase: “Integrarme. Tengo dos hijas y acuden al colegio Bonavista. Escucho todo el tiempo hablar valenciano y quiero entender a la gente y comunicarme. También mis pacientes y mis compañeros me hablan valenciano y me gusta hablar con la lengua de aquí”, detalla.
Valentina es la que lleva menos tiempo en España, concretamente siete meses desde que vino de Colombia, de los cuales, está cinco en Ontinyent hace cinco. Según cuenta, "quiero aprender otro idioma, integrarme y también me servirá para la universidad, porque me gustaría trabajar en el sector del turismo o la gastronomía".
El alumnado considera que estas clases de valenciano del nivel AUA2 son entretenidas, porque aprenden mediante juegos, textos, canciones y mucha práctica, aunque este grupo va por la tarde a una hora, las 15.30, que es una tentación “para estar haciendo la siesta”, bromean.
Para el profesor, resulta "muy gratificante impartir clases de valenciano a este alumnado porque no tiene prejuicios sobre la lengua y la procedencia diversa nos enriquece a todos, tanto desde el punto de vista de las lenguas, como desde la vertiente cultural".
Su voluntariedad y esfuerzo por adaptarse a su nuevo entorno idiomático y social, con el apoyo del centro de formación de adultos San Carlos, juega mucho a su favor.