Esther Tauroni: “El barrio de la Vila es ahora mismo un barco hundiéndose”

Esther Tauroni llegó a la Villa con un proyecto de vida bajo el brazo. De eso han pasado 20 años y la motivación por recuperar un barrio tranquilo le ha llevado a presidir la asociación vecinal.

– ¿Qué te ha llevado a presidir la asociación?
– “Desde que soy vecina del barrio, hace 20 años, pertenece a la Asociación Vecinal de la Vila. Ahora me ha llevado a la presidencia la motivación de volver a encontrar el barrio que conocí cuando decidí elegir la villa como el lugar donde hacer mi proyecto de vida”.

– ¿Cómo era el barrio hace 20 años?

– “Era un barrio precioso, con un proyecto en el que estaban implicadas las instituciones, con el plan Bavila. Era dinámico, diverso, tranquilo, magnífico para que nuestros hijos disfrutaran de la posibilidad de jugar en las calles. Descongestionado, sin tráfico y, sobre todo, un barrio por el que apostamos muchos por hacer realidad nuestros sueños. De hecho, la Vila tiene dos tipos de residentes: los que se han criado aquí, con fuertes arraigos familiares, y los que descubrimos en este barrio un modelo de vida diferente al que conocíamos. Muchas y muchos de nosotros vivíamos en ciudades grandes, en pisos pequeños, con mucho ruido, con mucho tráfico y buscábamos justo lo contrario y la Vila nos lo dio”.

– ¿Y qué ha ocurrido en estas dos décadas? ¿Cómo es la Villa ahora?

– “La Vila ahora mismo es un barco hundiéndose. Es un barrio inseguro, tanto en la convivencia vecinal como urbanísticamente, ya que hay muchas casas en ruina. Existen inmuebles abandonados, tanto por particulares como por entidades bancarias. Este tipo de viviendas son escondrijos de trapicheos, por lo que aumenta la peligrosidad para el vecindario. Es un barrio despoblado por falta de apoyos por parte de las instituciones y también de promesas incumplidas. Ahora existe una imagen colectiva que las personas que vivirán en la Villa tienen pocos recursos económicos. Esto es un error. Hemos arreglado los interiores de las casas, nos hemos dejado en este objetivo todo nuestro empeño y recursos, pero sabiendo que era una apuesta importante. Confiamos en las instituciones y nos defraudaron: todos caímos en la trampa de que el tejado y la fachada estaban subvencionados. 20 años atrás, hubo un proyecto conjunto, por fases, y nos dieron la posibilidad de que el coste de la rehabilitación de fachada y tejado se pagara mensualmente hasta cubrir el coste. Pero cambió la legislatura y muchas casas se quedaron fuera del proyecto. Las promesas se diluyeron”.

– ¿Cómo es la junta que te acompaña?

– “Somos gente que no nacimos en este barrio, pero que apostamos por él, porque queríamos crear aquí a nuestras familias, compatibilizar trabajo y residencia, porque hay muchos trabajadores por cuenta propia y de profesiones liberales. Somos gente emprendedora, dinámica, soñadores y por qué no, románticos, enamorados del barrio histórico”.

– ¿Cuál es la prioridad del colectivo vecinal en esta nueva etapa?

– “En este momento, lo más importante, y después de los gravísimos eventos que han tenido lugar este verano, el tema prioritario es la seguridad ciudadana. Aquí ha habido una ola de robos y actos vandálicos que han atentado contra la seguridad personal, que es lo que nos ha hecho despertar de la normalización que le habíamos dado a muchos hechos que estaban sucediendo. Esto sólo ha sido la punta del iceberg y nos corresponde profundizar en la base de esta problemática. También hemos descubierto la gran inseguridad de este barrio para las mujeres, existen varias personas con órdenes de alejamiento y nos ha hecho ver que es un barrio inseguro, incluso desde el punto de vista de la iluminación. Además, las casas abandonadas se convierten en madrigueras de malos y también crean inseguridad los puntos de venta de sustancias ilegales que vienen aquí a consumir muchos jóvenes. Antes vivíamos tranquilos. Ahora se nos ha privado de sentirnos seguros en nuestras casas”.

– El abandono de las casas, ¿es una asignatura pendiente?

– “El tema urbanístico también es importante. Genera mucha inseguridad que nuestras propias viviendas no estén en las condiciones que nos gustaría y los inmuebles colindantes están abandonados, ocasionando perjuicios a las personas que sí que estamos residiendo. Sería interesante realizar un censo de viviendas, para saber qué casas están habitadas y cuáles no, así como disponer de un perfil demográfico del vecindario”.

– ¿Qué necesita ahora la Villa para revitalizarla?

– “No podemos revitalizarla, porque yo entiendo que ahora no se le puede dar vida, antes, es necesario solucionar los problemas que hay. No podemos invitar a gente a que venga a vivir porque sería engañarles, vivirían en una inseguridad”.

– En estos momentos existen dos grandes proyectos que abordan la recuperación la muralla, en dos frentes diferentes: uno de ellos en ejecución y el otro prevé la construcción de vivienda nueva…

– “Hay un sentimiento de que tenemos toda la vecindad: que se intente justificar que se han realizado inversiones en la Villa hablando de la muralla o del ascensor, es inadmisible. A ninguno nos ha repercutido la recuperación de la muralla en el día a día. Si apuntamos al parque, ¿nos han privado de disfrutar de él durante muchos años y podríamos plantearnos esto se hubiera permitido en cualquier otro barrio de Ontinyent? ¿Por qué debemos permitir y soportar en la Villa lo que no se permite en otro sitio? Pagamos el triple de contribución que los vecinos de otros barrios y no tenemos sitio para aparcar, ni jardín, ni centro social para nuestros mayores. La muralla es un elemento patrimonial de todo Ontinyent, pero no justifica la inversión que se realiza en el barrio. Por lo que respecta al otro proyecto, aún por ejecutar, se ha permitido dejar caer el Callarís, que era el vestigio del barrio judío en Ontinyent. El ayuntamiento ha priorizado que se van a construir pisos nuevos, antes que recuperar esta calle emblemática y con historia”.

– ¿Verías viable un parking en la Villa?

 – “No es que lo vea viable, es que lo veo necesario. Lo que no pueden es reducir las zonas de aparcamiento sin un plan B. La alternativa que tenemos es dejar nuestros vehículos en otros barrios y en ocasiones durante fines de semana enteros por cualquier motivo. No me refiero a las fiestas grandes, sino a cualquier celebración o evento”.