Guerra en Europa, compañías aéreas en crisis y subida de los precios

La guerra entre Rusia y Ucrania es una gran tragedia humana y pasará a la historia como uno de los peores acontecimientos, sino el peor, del primer cuarto del siglo XXI. Algo que ha supuesto la pérdida de vidas humanas y el advenimiento de unas nada despreciables consecuencias económicas para ambos bandos. También en lo que se refiere a la industria del transporte aéreo, vital para el transporte de personas y mercancías en el continente europeo, las consecuencias serán muy relevantes en los próximos tiempos.

Y es que esta industria es especialmente sensible a los cambios geopolíticos que se están sucediendo. Las compañías aéreas europeas, que ahora empiezan a ver la luz tras el descalabro de la pandemia, tienen nuevos e importantes motivos de preocupación ante la situación de bloqueo que, de facto, se está gestando a raíz de las sanciones económicas y prohibiciones que tanto la Unión Europea como Rusia han impuesto a buena parte de los operadores aéreos del continente. Según estas prohibiciones, las aerolíneas rusas tienen totalmente prohibido sobrevolar el espacio aéreo de la Unión Europa. Como contrapartida, las autoridades rusas han impuesto la prohibición a 36 compañías aéreas de la Unión de sobrevolar el espacio aéreo ruso. En estos momentos, y con estas prohibiciones, es inviable viajar en avión desde un país miembro de la UE a Rusia y, a la inversa, también lo es desde Rusia hacia alguno de los Estados de la Unión.

Pero la cosa no termina ahí. Hasta el establecimiento de estas prohibiciones, la mayoría de las rutas aéreas desde Europa hacia el continente asiático, y en concreto hacia destinos del Extremo Oriente, sobrevolaban el espacio aéreo ruso de Siberia, puesto que ésta era la forma de acceder más rápidamente y con unos costes menores. Así, los vuelos de compañías europeas hacia destinos como China, Japón o Corea eran viables sobre todo porahorro de tiempo y de combustible que suponía sobrevolar el espacio aéreo ruso.

En el sentido contrario, compañías asiáticas como Japan Airlines o Korean Air, en sus rutas hacia Europa, también sobrevolaban el espacio aéreo ruso para ser más eficientes y ahorrarse horas de vuelo. Rusia, en un ejercicio para rentabilizar esta estrategia de las compañías aéreas, imponía a éstas el pago de unas elevadas cantidades en concepto de sobrevuelo de su espacio aéreo, por lo que la operación acababa siendo rentable para todos: las compañías aéreas , porque se ahorraba dinero al acceder más rápidamente a sus destinos, y al Estado ruso porque ingresaba una nada despreciable cantidad de dinero en concepto de derechos de tráfico.

Prohibido sobrevalorar el espacio ruso de la Siberia

Pero ahora la situación ha cambiado por completo. De entrada, hasta 36 compañías aéreas europeas tienen prohibido sobrevolar el espacio aéreo ruso de la Siberia, por lo que tendrán que buscar rutas alternativas, más largas y costosas, para volar a los destinos de Extremo Oriente. Este cambio en la estrategia implicará más horas de vuelo y mayor consumo de combustible, con lo que es de prever un incremento del precio de los billetes en las rutas Europa-Extrem Oriente, y viceversa. En la otra cara de la moneda, las autoridades rusas, al imponer el veto de sobrevolar su espacio aéreo a las compañías europeas, dejarán de ingresar una cantidad importante de dinero en concepto de derechos de tráfico, lo que habrá que ver hasta en qué momento están dispuestas a asumirlo.

Desgraciadamente, como suele suceder, será el usuario final, el cliente, quien acabará sufriendo sus consecuencias.

Sea como fuere, se vislumbra en el horizonte una nueva crisis del sector del transporte aéreo. Las ya maltratadas compañías aéreas, frente a este nuevo reto, se verán en la obligación de adaptarse a las nuevas circunstancias y rehacer su estrategia comercial y de precios. Desgraciadamente, como suele suceder, será el usuario final, el cliente, quien acabará sufriendo las consecuencias en forma de un incremento de los precios de los vuelos, con lo que, dicho sea de paso, habrá que evaluar hasta qué punto resulta también perjudicada la industria turística en general.