Iván Esparza, de niño portento a profesional del balón

Todas las historias tienen un punto de arranque. La de Iván Esparza fue cuando tenía 11 años. La escena de una partida de pelota valenciana en la serie de la Alquería Blanca marcó un antes y un después en la vida de este ontinyentí. Desde ese momento no se ha separado de los trinquetes. Emociones cargadas de sudores y agujetas le han llevado a convertirse en un profesional de este deporte autóctono. A sus espaldas ya acumula un buen puñado de campeonatos ganados: el sub-18, el sub-23, la Liga Prometida o la Juvenil, entre otros. Pero uno de los momentos más álgidos de su trayectoria deportiva llega este sábado 6 de noviembre. Junto a su compañero Seve Martínez, disputará en la final de la séptima Copa Diputación de Raspall contra el equipo de Sueca, formado por el dúo Vicent-Lorja. La partida será retransmitida en directo por À Punt a partir de las 17.45 horas desde el trinquete de la Llosa de Ranes.

“Esto no es como el fútbol. Puedes ser profesional durante unos años, hasta los treinta si te cuidas y sale todo bien. Se puede vivir durante ese tiempo pero no para siempre”. Por eso Iván Esparza es de quienes se prepara “para ser algo en la vida”. Lo hace estudiando Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en el Campus Ontinyent. Compaginando estudios que ya llevan sus prácticas de ejercicio físico con el entrenamiento diario como pelotari. "La media son tres horas, tres y media, pero algunas jornadas, sumándolo todo puedo llegar a las seis horas de entrenamiento". Sobre la disciplina y la rivalidad de la pelota valenciana, Esparza agrega que "es diferente". “Puedes enfrentarte a un jugador y, días después, estar en un mismo equipo. Nosotros cambiamos juntos, en el mismo vestuario. Un día juegas contra él y al otro, con él”, concluye.