‘Els morts de la nostra vida’, una recopilación de 23 cuentos para describir el mundo rural

Los muertos de nuestra vida es la nueva publicación del escritor valldalbaidí Joan Olivares (Otos, 1956). En esta ocasión el lector no está delante de una novela, sino que es una recopilación de 23 cuentos, “que tienen en común el espacio y el tono que utilizan y van construyendo una miscelánea de historia viva de los pueblos valencianos”. Así es como define la editorial Bromera este último trabajo, que fotografía una época que tal y como reconoce el autor “ya no existe”.

El punto de partida de este trabajo son entrevistas realizadas por el propio Olivares a gente del pueblo que ya ha muerto, en consecuencia, “es un punto de vista personal, pero intento ponerme en la piel de los protagonistas, por tanto, lo que aparecen son sus puntos de vista mediante el formato entrevista o con la su voz y un escuchador que soy yo. Aparecen nombres y apellidos reales, pero también existe ficción y lo que se cuenta es representativo de la gente y la vida de estas comarcas”.

El título de la publicación nace de una reflexión recogida en uno de los cuentos: “Aparece un niño que va al cementerio y dice que no le hacen el mismo efecto los fallecidos que él no ha conocido, que los muertos de su vida”. La reflexión a partir de las ausencias llega en un momento de madurez vital de Joan Olivares: “Cuando llegas a cierta edad, los muertos de tu vida son incontables. Yo voy al cementerio y prácticamente los conozco a todos, porque el cementerio de mi pueblo es de los años 40 y prácticamente los conozco a todos, bien porque los he conocido o por vínculos familiares del vecindario”.

Al mismo tiempo, la experiencia también se deja ver en su estilo particular de escribir. La editorial Bromera destaca que el otosí demuestra, “una vez más, su extraordinaria sensibilidad por la lengua oral, sumada a una alegría narrativa”. Como explica el autor, “en este caso he cuidado más aún a la hora de escribir, porque es la voz de los protagonistas la que cobra relevancia y hago un esfuerzo, que para mí es natural hacerlo, a la su forma de hablar. Este planteamiento ha hecho que a la hora de decidir sobre ciertos aspectos de la lengua me haya decantado por utilizar formas más cercanas a la oralidad, para que sea más creíble y auténtica”.

El mundo rural que describe Olivares en sus cuentos “ya ha desaparecido y sólo quedan unos cuantos ejemplares que me han servido para recopilar información, pero ese mundo como tal ha existido y las personas menores de 40 años no lo han conocido . De hecho, el mundo rural que estamos intentando crear o reconstruir tiene muy poco que ver con esa realidad. Es decir, un joven rural de hoy en día del Valle de Albaida, tiene más que ver con un joven de Berlín que con la gente que yo describo en los cuentos”.

La intención del escritor no es “intentar recuperar desde la nostalgia el paraíso perdido de mi infancia, sino recuperarlo para la memoria y todos aquellos que vivieron aquellos tiempos que disfruten en el recuerdo de historias que reconocerán, porque han pasado muy parecidos en muchos lugares: la vendimia en Francia, los momentos de trabajo en el campo o cuando un divorcio era una noticia importante en un pueblo”.

El paraíso perdido, matiza Olivares, entendido como una época pasada, no como un momento idílico: “En el libro hay tanta desesperanza como ilusiones, aunque gravita en la mayoría de los cuentos un pesimismo clarísimo, pero la mía modo de narrar irónica, les da una alegría narrativa que contrapesa ese sentimiento. Ves las desesperanzas, pero como lector no te acabas de desesperanzar”. Aún no hay fechas de presentaciones cerradas, pero el escritor espera que en las próximas semanas la situación pandémica mejore y empezar la visita al mayor número de poblaciones posibles del Valle de Albaida, empezando por Otos. "Mi público es como mi literatura, de aquí".

Pese al arraigo en el territorio, las historias de Joan Olivares son extrapolables a todos los lugares del mundo “y esa es la pretensión de toda literatura es aspirar a que tus pequeñas tragedias sean universales. Y si esto se consigue, ha merecido la pena”.