Jordi y Quique Mollà, los hermanos que nos hacen mirar al pasado para entender la ciudad que somos

Foto: Toni Urenya

Los hermanos Jordi y Quique Mollà son los creadores de Ontinyent Rural: www.ontinyentrural.com. Una iniciativa que nació como un proyecto improvisado: “Queríamos dar respuesta a una inquietud personal, crear una red social que pusiera en común la divulgación de nuestro patrimonio rural. De ese modo podríamos, entre todos, hacer valer un aspecto de nuestro pueblo que ha recibido poca atención y que a nosotros nos interesaba mucho. Con el tiempo el proyecto ha ido cogiendo forma y, por tanto, evolucionando”.

No se consideran unos nostálgicos, piensan que ese sentimiento “le correspondería, en todo caso, a la gente que ha vivido el tiempo que nosotros retratamos. En nuestro caso nos mueve un interés por dibujar un tiempo que, en la mayoría de los casos, ya ha pasado y no volverá. Pero, sobre todo, lo que nos interesa es realizar el análisis de la evolución que ha tenido nuestro pueblo. Una vía necesaria para saber cómo hemos llegado a ser el pueblo que somos”.

El interés por el espacio rural y su patrimonio no es casual. “Nosotros somos hijos de una familia que se ha criado en Ca els Pilars y, por tanto, siempre hemos tenido cerca el espacio rural y su patrimonio. Con el tiempo, además, hemos estado en contacto con él de muchas formas diferentes: visitándolo a pie o en bicicleta, por ejemplo. Pero, sobre todo, nos ha interesado descubrirlo de la mano de la gente mayor que son los verdaderos protagonistas, quienes lo vivieron y quienes mejor lo conocen”. De este modo es cómo se dieron cuenta de que aquel espacio que tanto nos interesaba iba perdiéndose poco a poco. "Y ésta es, en esencia, la base de nuestro trabajo: hacer una crónica de la decadencia y de todo lo que vamos perdiendo o, en los mejores de los casos, también recuperando", explican.

Por tanto, las personas también son objeto de su estudio, hasta el punto de que han creado la sección Tiempo era tiempo. Onteniente en la memoria. En ella quieren “valorar la memoria oral que explica también nuestro pueblo. Así tenemos previsto dar cabida en este proyecto a las historias que han escrito ciertas estirpes familiares a través de sus oficios, costumbres, experiencias, anécdotas…”. Esta iniciativa es "urgente" para los hermanos Mollà, porque "gran parte de sus divulgadores son mucho mayores y, si no les damos la oportunidad de explicarse, quizás perdamos una parte importante de nuestra experiencia colectiva".

Al principio de Ontinyent Rural los temas salían todos de Jordi y Quique, pero cada vez más, les llegan otras propuestas de gente que conoce su labor y les propone su propia historia. “Uno de los aspectos más importantes que nos ha ofrecido Ontinyent Rural ha sido el de conocer a personas que han compartido con nosotros sus conocimientos, trabajos y experiencias, y que han enriquecido nuestro trabajo de una manera que no nos podíamos ni imaginar al principio ”, afirman Jordi y Quique.

Ambos miran al pasado, por eso cuando se pregunta por el futuro su respuesta es contundente: “Nosotros somos muy optimistas. Vivimos en un pueblo con muchas posibilidades y, si algo nos ha enseñado el trabajo que hemos llevado a cabo, es en hacer valer la enorme capacidad de nuestros vecinos para adaptarse a cualquier circunstancia”.

Otro elemento más cuestionable para ellos es el patrimonio: “Tenemos sensaciones contradictorias. Si nos centramos en el espacio rural, por ejemplo, nos encontramos con una parte que desaparecerá irremediablemente, sin que nadie haga nada al respecto. Y eso tiene que ver, por un lado, con la pasividad de muchos de los que podrían ponerle remedio. Pero, por otra parte, también tiene que ver con los tiempos que corren. Totalmente distintos a los que daban vida a este patrimonio en el tiempo en que estaba en activo”.

Por otra parte, afirman que “no seríamos justos si no vamos a valorar todo aquel patrimonio que se está recuperando, que es más de lo que la gente, a menudo, se piensa. Pensamos en las fincas que se han recuperado y en los campos en los que se vuelve a cultivar. También con las actividades y proyectos que, alejados de la actividad tradicional, están ayudando a mantener ese patrimonio”.

En cuanto al patrimonio urbano, “no podemos ser tan optimistas”. Apuntan que “los viejos barrios están sufriendo una decadencia progresiva. Las calles que llenaban de vida nuestro pueblo, hay viviendas envejecidas o en ruinas, falta de equipamientos, comercio en recesión, dificultades de acceso y aparcamiento que provocan una espiral negativa muy difícil de revertir”, concluyen.