Jordi Mollà plasma la memoria colectiva del siglo XX en fotografías

Llevado por el cariño a la fotografía y por las huellas del pasado, que explican quienes somos en la actualidad, el ontinyentí Jordi Mollà Vidal está confeccionando una fototeca de Ontinyent digitalizada, con las imágenes singulares y con valor histórico que se creen en su camino. Es un ejercicio para preservar la memoria colectiva. “La cosa nació por la convergencia de dos intereses: la fotografía y las cosas de nuestro pueblo. Llegó un momento, en el que junté ambos aspectos y acabó cogiendo forma la idea de realizar la fototeca. Que es una forma de articular un discurso sobre cómo ha evolucionado nuestro pueblo. Y, casi sin darme cuenta, me encontré escaneando y archivando un tipo muy concreto de fotografía. La fotografía en blanco y negro”.

“Es un tipo de documento muy sugerente porque es muy escaso y nos aporta mucha información. Cronológicamente hablando abarca desde el inicio del s. XX hasta la década de los 70-80. Por un lado existe el peligro real de que los archivos de esta época puedan desaparecer. Por otra, existe la falta de testigos. Eran pocos los fotógrafos que había hasta pasada la mitad del siglo pasado, ya que entonces la fotografía era un lujo al alcance de muy poca gente. Dadas estas circunstancias es fácil entender que los archivos que todavía se conservan de aquella época son muy valiosos”.

Después de mucho tiempo, “empiezan a llegarme archivos sin que haya ido a buscarlos previamente. A menudo es gente que los tiene en casa y no sabe qué hacer con ellos. O que no sabe cómo tratarlos porque no se pierden en el olvido. Así que contactan conmigo y nos ponemos manos a la obra. Los revisamos, hacemos una valoración del material como archivo, después una selección y, si finalmente tiene el interés que buscamos, nos ponemos a trabajar en él”.

Jordi Mollà se asesoró al principio de este proceso para conocer cuál sería la mejor manera de digitalizar las imágenes. “Invertí en aparatos profesionales que me permitieron escanear con la calidad que se necesita y hacerlo, además, en los distintos formatos que tiene la fotografía. Luego viene el archivar los documentos. Que también es algo que tengo terminado”, detalla Jordi Mollà. Por el momento, este aficionado a la fotografía ya la tradición ha acotado el campo de su trabajo en Ontinyent.

La fototeca de Jordi Mollà va recolectando imágenes y almacenándolas para escribir gráficamente la memoria de todas y todos. Entre todas ellas “hay auténticos tesoros que ocupan un lugar destacado en la memoria gráfica de Ontinyent. Es en la diversidad de estos archivos que se puede confeccionar un catálogo único sobre cómo era y es, cómo ha evolucionado nuestro pueblo”.

Desde que empezara esta laboriosa labor, el ontinyentí cuenta ya con miles de fotografías, que “ya han sido escaneadas y archivadas”. Pero todavía no ha llevado a cabo la siguiente tarea, que es la de realizar un catálogo. “Este es mi objetivo: tener un archivo que, en un futuro, pueda ponerse a disposición de quien lo necesite. Un trabajo que dejo para más adelante porque ahora mismo tengo la urgencia de intentar salvar archivos que considere valiosos y que son muy vulnerables”, afirma Jordi Mollà.