Juan Carlos Ferrero, atrapado en Melbourne

La Covid-19 tiene rigores más estrictos según el punto del planeta en el que uno se encuentre. En algunos países las restricciones se extienden por exceso sin dejar la más mínima concesión ni al beneficio de la duda ni a la mínima oportunidad de que aflore el virus por alguna rendija. A Juan Carlos Ferrero le está pasando. El sábado hacía seis días confinado, recluido, encerrado en un hotel de Melbourne al que llegó para participar en el Open de Australia. Para hacerlo como entrenador, porque ahora el ontinyentí, ex-número 1 del mundo, se ocupa de la preparación técnica de algunas promesas del deporte de la raqueta, entre ellos el murciano Carlos Alcaraz, de 17 años, una joya en bruto del tenis español. Ambos se encuentran sufriendo un contratiempo imprevisto, enorme, que les afecta a ellos ya otros 70 tenistas. Todos encerrados en hoteles por culpa del viaje en avión que hicieron para llegar a Australia.

POSITIVOS EN SUS VUELOS
El origen de esta medida tan drástica (deberán permanecer al menos 15 días en esta situación) han sido los tres vuelos que fletó la organización del Open para trasladar a los participantes. Se detectaron casos positivos en los aviones (en un caso un miembro de la misma tripulación, en otro un periodista que nadie explica qué hacía en los aviones de los tenistas). Y estos casos detectados obligaron al confinamiento general de todos los pasajeros. “Nadie les había advertido de esa medida ni de esa posible situación antes de partir. Se sienten engañados por la organización”, explican desde el entorno del ex tenista de Ontinyent.

El propio entorno explica que la relación de Juan Carlos Ferrero con la amenaza que supone el virus para su actividad deportiva ha sido tan obsesiva en los últimos tiempos que la práctica de la prueba PCR se ha incorporado a sus costumbres casi diarias. Hasta tal extremo que en los últimos 12 días se han realizado hasta 10 de estas pruebas de detección (incluso desde su aterrizaje en Melbourne).
Todas y cada una de ellas, negativas. Sin embargo ni para la Federación australiana de tenis ni para el gobierno australiano, esa acreditación es suficiente. Se acogen a la normativa vigente en ese país y mantienen la prohibición de salir ni siquiera de las habitaciones de su hotel.

Por lo menos Juan Carlos Ferrero y su pupilo Carlos Alcaraz están juntos. Arrastran días de fatiga mental, de tristeza y frustración por la situación que están viviendo. Además, en las primeras jornadas los mantuvieron separados. Ante las protestas que se realizaron, con presión de la propia Federación española, les han vuelto a reunir. Ahora están en habitaciones separadas, pero contiguas, algo que les permite compartir horas, charlas, comidas y cierta preparación. Se da la circunstancia, esgrimida en la queja, de que Juan Carlos Ferrero actúa como representante legal del menor.

En estas circunstancias, preparar un gran torneo como el Open de Australia que arranca el próximo 8 de febrero se vuelve muy complicado. Los tenistas afectados por este confinamiento duro llegarán muy mermados al arranque de la competición.

EL DEBIDO DE LA JOVEN PROMESA
Para Carlos Alcaraz, la joven promesa que entrena Juan Carlos Ferrero, supone el debut en un torneo de Gran eslamo de tenis, al haber accedido tras superar la fase previa del campeonato. Ahora este estreno, accidentado hasta el momento, se verá acondicionado por una situación impensable cuando subieron al avión.