La Glorieta ya luce su nueva imagen, pero estas fiestas no abrirá sus puertas de forma regular, ya que como explica el responsable de Territori, Joan Sanchis, “la vegetación está recién plantada y necesita consolidarse, por lo que hemos decidido preservarla de una gran afluencia de gente, como sucede en esta época”.
Por tanto, en el marco de los Moros i Cristians estará semicerrada, porque tan sólo se abrirá para dos eventos: la Noche Mayor, el 23 de agosto, desde las 19.30 horas, en la que actuarán grupos musicales de los años 60-70, y, al día siguiente, a partir de las 18.30:XNUMX horas, para una celebración infantil, con diversas actuaciones, ludoteca y talleres. Dos momentos en los que la ciudadanía podrá disfrutar de las actividades y, al mismo tiempo, ver el resultado de los trabajos.
Pero, ¿cómo es la nueva Glorieta?
Debe tenerse en cuenta que la participación ciudadana ha sido clave para preservar el carácter originario de este parque. Por eso destaca la colonización de las zonas ajardinadas en este parque emblemático de la ciudad, que se ha despojado de los elementos arquitectónicos que no le eran propios. Según ha detallado la concejala de Parques y Jardines, Sayo Gandia, “la apuesta importante de esta reforma son las zonas verdes, que han crecido un 50% y se ha duplicado el arbolado preexistente, con una vegetación autóctona numerosa y una combinación cromática singular”.
Entrando por la puerta principal, ya se aprecian los cambios. Lo primero que salta a la vista es la recuperación del muro de piedra, alzado con material que procedía de el antiguo convento de Sant Domènec. Una construcción que data del siglo XIX. Las piedras antiguas estaban debajo de una cubierta, construida en la década de los 60 del siglo XX y que, al retirarla, ha dejado a la vista esta herencia patrimonial. El pasillo de acceso se ha respetado, con los bancos laterales, así como todo el banco perimetral del recinto, que fue una de las exigencias de las aportaciones vecinales, entendiendo que es parte de la esencia de este parque .
A mano izquierda, se ha instalado una barrera visual con barrotes madera, que delimita la zona de la casa del jardinero, edificación que ha recuperado su superficie original. El pasillo central comienza con unas estructuras triangulares, con plantas de flor, y sigue en una zona en la que los árboles están consolidados. A mano derecha, se advierte el hueco que ha dejado la fuente, ahora sustituida por una pradera verde. A mano izquierda, la vegetación es también la protagonista. Tan sólo unos metros más adelante, la zona de juegos. Sacrificado el gran columpio que los escolares votaron hace años, los juegos que se han instalado ahora están totalmente integrados en el entorno, realizados con madera y cuerda y con tan sólo una nota de color, en los asientos rojos instalados tos para los acompañantes de los pequeños.
Y la parte final se ve muy amplia, sin el escenario, con una gran replaza al mismo nivel. Y cierra Glorieta, un pavimento que dibuja el camino hacia la puerta posterior, entre dos pequeños montículos. En definitiva, un espacio para que la ciudadanía lo disfrute, aunque todavía tendrá que esperar un tiempo.