La uva gana el pulso al oidio, hongo que no consigue menguar su calidad

A lo largo de la historia, numerosos individuos o grupos de población han tenido que enfrentarse a sus enemigos; los indios contra los vaqueros, Batman contra Joker o la paella valenciana frente a las imitaciones que hacen de ella en torno al mundo. En el caso de los agricultores, uno de los mayores enemigos a los que han tenido que enfrentarse recibe el nombre de plaga. Este año, han tenido que combatir contra el oidio, un hongo que afecta a la uva y, por consiguiente, a la producción de vino.

El viticultor Patricio Simó explica que se ha visto afectada entre un 30% y un 40% de la producción en sus parcelas. Simó, que cuenta con 30 hectáreas de viñedo, ha aplicado un total de 5 tratamientos fitosanitarios para luchar contra este enemigo. Sin embargo, cabe destacar que éstos son preventivos, ya que, una vez ha llegado el hongo, es muy difícil erradicarlo, ya que el oidio se propaga, seca el ramo y pudre la cosecha.

Aunque este año ha predominado la presencia de oidio, éste no ha venido solo, ya que los agricultores han tenido que enfrentarse también, aunque en menor medida, al mildiu, otro tipo de hongo que se reconoce por dejar manchas similares a las que provoca el aceite. Simó asegura que no ha contado con ayudas de las instituciones. Sin embargo, explica que se puede dar parte a lo seguro si se tiene más de un 20% dañado por mildiu.

El viticultor aconseja aplicar los tratamientos después de podar en invierno. De 11 campos que posee, 10 son para vendimiar y en 6 ha tenido oidio. Los pies de Simó no salen del campo, puesto que realiza una parada en los meses de invierno, pero trabaja las tierras durante el resto del año. La época de mayor actividad es desde marzo hasta el final de la vendimia, que llega entre septiembre y octubre.

EL TIEMPO: ENEMICO O ALIADO
El viticultor expone que, este año, se ha adelantado la cosecha. Una pieza fundamental en ese engranaje es el tiempo. Por tanto, el mes y medio que queda para vendimiar las variedades tintas es crítico. Simón señala que sería bueno que llovieran entre 20 y 30 litros para que la uva engordara. “El tiempo que haga dentro de septiembre va a determinar mucho la campaña vitivinícola, donde las tormentas juegan un papel fundamental. Un granizo estropearía toda la cosecha”, subraya Simó. Además, los cambios de temperatura afectan mucho a las parcelas porque favorecen la aparición de oidio. Las variedades cabernet sauvignon y cabernet franc resultan especialmente sensibles a este hongo.

Desde la cooperativa La Vinya, situada en Font de la Figuera, José Fita, su presidente, afirma que conseguirán obtener una cantidad similar a la del pasado año, cuando se alcanzaron alrededor de 10 millones de kilogramos de uva en las 2.500 hectáreas que la componen. Aunque no superarán la cantidad, Fita subraya que la calidad será mejor este año, la cual no se verá mermada por la ola de calor, pero el presidente confiesa que sí que afectará a la uva. Desde la Cooperativa Vinícola de Ontinyent, si bien no han recepcionado todavía cosecha de uva, coinciden en que la calidad se verá incrementada respecto a la del pasado año.

LARGA VIDA EN LOS CAMPOS Y EN LOS MUNICIPIOS
La bodega emplea a 50 personas, entre las que destaca el perfil joven de los integrantes, para los que supone una salida laboral. "El campo les ofrece la posibilidad de quedarse trabajando en él porque ven un futuro", enfatiza Fita. Esto supone un beneficio para los municipios que se quedan sin gente joven, ya que es un sector que les atrae y revitaliza. Además, la cooperativa, que cuenta con 300 socios aportadores, ha adoptado un carácter medioambiental, puesto que, según Fita, ellos son los más interesados ​​en cuidar la tierra porque es la que les da los productos. Así, para tratar el camino de la sostenibilidad utilizan productos poco agresivos.