La ermita de San Vicente sigue abandonada veinte años después de 'salvarla'

El próximo 2023 se cumplirán dos décadas desde que se realizó la última intervención en la ermita de San Vicente, una actuación que fue promovida por la asociación cultural Nuestra Tierra, que movilizó a la ciudadanía a través de la campaña 'Salvemos San Vicente' y que canalizó las ayudas, junto a la subvención otorgada por la Diputación de Valencia con el objetivo de “consolidar un edificio patrimonial que estaba a punto de perderse como había sucedido con otras ermitas, por ejemplo con la de Sant Onofre” , recuerda Manolo Requena, presidente de Nuestra Tierra.

Han transcurrido veinte años y, desde entonces, la ermita se encuentra en "un impasse". La propiedad es del arzobispado de Valencia. Adscrita a la parroquia de San Carlos, el propio párroco Juan José Portero reconoce que “no podemos atender sus necesidades porque tenemos otras urgencias”. Además, el culto en este templo de reducidas dimensiones se dejó de prestar hace más de cincuenta años, cuando los franciscanos oficiaban las misas dominicales para dar servicio a las casas de campo del entorno, tal y como se había hecho tradicionalmente .

Desde el consistorio, el concejal Joan Sanchis, también coincide en que “no tenemos capacidad de inversión para todo el patrimonio de la ciudad. Además, tenemos edificios propios como la Casa Mayans o la Casa Barberá que precisan actuaciones inmediatas. Es complicado actuar en un bien que no es nuestro”.

El impás que ya se prolonga durante 20 años han imposibilitado que se culminara el proceso de rehabilitación integral de la ermita que se pretendía con 'Salvem San Vicente'. Se acercó la conexión de luz y agua. Se intervino en la restauración de la cubierta y en la estructura del edificio. Se construyó el porche y los arcos. Pero fueron adquiridas puertas antiguas de época (exteriores e interiores). Se adquirieron rejas. Y un montón. Ninguno de estos elementos fue colocado para que no corriera la misma suerte que la escultura de San Vicente policromado que se situaba en la entrada de la puerta y fueron expoliados.

Su futuro pasa por un uso cultural

Históricamente la ermita de San Vicente sirvió como punto de bienvenida a las autoridades que llegaban a la villa de Ontinyent. También como zona para pactar acuerdos en períodos bélicos. Ahora mismo no tiene culto desde hace más de medio siglo y su uso podría estar más vinculado a un espacio cultural, por ejemplo como sede de Nuestra Tierra o sala de exposiciones. Pero para ello sería necesario un convenio para ceder su uso, algo que desde la parroquia de San Carlos y el consistorio no se ve con malos ojos.