“Me negué, radicalmente, a fusionar Caixa Ontinyent con otra entidad”

Entró en el consejo de administración en el año 2000, de la mano de Rafael Soriano. En el 2013, le sustituyó como presidente. Muchos creyeron que sería un mandato efímero y sin acento propio. Sucedió todo lo contrario. Esta semana, ha cesado en sus funciones al frente de Caixa Ontinyent.

-Usted llegó a la presidencia en un momento convulso, con el enfrentamiento entre las candidaturas de Rafael Soriano y Javier Aparicio. ¿Cómo recuerda esa situación?
“Entré en el año 2000. Mi nombre estaba en una lista que se presentó en Les Corts con el apoyo del Partido Popular. Accedí al consejo de administración por un período inicial de 6 años. Hasta el 2013 todo fue un camino de rosas. La caja era divertida. Luego sucedió ese enfrentamiento. Hubo cierta crispación. Sin embargo, he terminado mi mandato como representante de la Fundación Universitaria. Reconozco que, tal vez, en ese contexto yo era lo menos malo que le podía pasar a la caja”.

-¿Le afectó personalmente aquella situación?
“Sí, sobre todo en su relación personal con Rafael Soriano. Afortunadamente, con el tiempo, se ha recompuesto la relación y debo subrayar, sin duda alguna, que Rafael Soriano fue un buen presidente para Caixa Ontinyent”.

-¿Pero cuál fue el momento más tirante?
“El peor momento, sin duda alguna, fue cuando en 2012 se planteó en el consejo de administración la posibilidad de fusionarnos con Bancaja. Era una época de fusiones y absorciones en el sector. Me negué en rotundo. Había partidarios dentro del propio consejo. Aposté fuertemente por la independencia, por seguir siendo Caixa Ontinyent y me negué radicalmente a la fusión que, en realidad, no era más que una absorción”.

-¿Cómo arrancó su mandato al frente de la entidad?
“Era una época difícil, con una crisis económica que afectaba a todos. Nos vimos obligados a vender algunas de las joyas de la corona para aumentar el capital de la caja. La habilidad del director general, Vicente Penadés, y de la gente que dirige la caja fue crucial para superar esa crisis y conducirnos a una situación óptima, con una visión de futuro y una profesionalidad que han sido extraordinarias. Había adivinos que decían que Caixa Ontinyent iba a desaparecer, que se lo iba a tragar cualquier mayor, pero no ha sido así”.

-¿Le preocupa el cambio generacional en la cúpula directiva de Caixa Ontinyent?
“El cambio generacional debe producirse. Es ley natural. Hay gente joven, preparada, que ya está en los sitios clave, junto al personalf directivo, aprendiz y formándose”.

¿Cuál es la gran diferencia entre ser vicepresidente, cómo lo fue usted durante tantos años, y la presidencia?
“En estos últimos 8 años he aprendido más que en todo el período anterior. Cambia todo. Pasas a ser la máxima representación de una entidad que es importante en la comarca. Tienes que ir a todas partes, estar en todos los sitios. Te levanta todo el tiempo. El trabajo del presidente no es estar en el despacho, es representar. Pero lo más gratificante es ver cómo se supera la crisis y se sigue ganando dinero con el objetivo de alimentar nuestra obra social, porque éste es el sentido último de Caixa Ontinyent”.

-¿Con qué se queda al dejar la entidad?
“De lo más orgulloso que estoy es de nuestra obra social, que pueda hacer tanto por tanta gente. En el personal, uno de mis empeños fue llevar la carrera de enfermería al Campus de Ontinyent. La Fundació Universitària supone mucho dinero y mucho trabajo”.

-¿Entiende las críticas y el desahogo popular que se producen por las comisiones que debe pagar la gente?
“Las entiendo. Entiendo que la gente esté cabreada. Pero es un daño necesario. Somos la caja que menos cantidad de comisiones aplica y con menor cantidad. Pero, como el resto del sector, nos hemos visto obligados a implantarlas para mantenernos. Además, es necesario insistir en que nuestra razón de ser y el destino de nuestros beneficios no es el reparto de dividendos, sino los proyectos de nuestra obra social”.

-¿Debe seguir adelgazando la entidad en personal y oficinas como es la tónica del sector?
“En personal ya hemos descendido mucha plantilla. En cuanto a las oficinas, quizás, tendrán que cerrar algunas y abrirse otras, allí donde haya oportunidad de negocio. Posiblemente en nuevas comarcas cercanas”.

-¿Cuál es el principal reto al que se enfrenta la presidencia de Pepe Pla?
“Que Caixa Ontinyent perdure. Y esto no es sencillo ni gratuito afirmarlo. La caja puede caer. Depende del Banco de España y de la Autoridad Bancaria Europea y las exigencias son cada vez mayores. A nivel interno creo que una de las dificultades a las que se enfrentará será en la politización del consejo y la asamblea. Tendrá que realizar equilibrios y no será fácil. Creo que estos últimos ocho años han sido los que menos politización ha existido en la caja pero ahora quizá se vuelva a la situación de 2013 y eso me preocupa. En todo caso Pepe Pla es alguien a quien respeto y estoy convencido de que será un gran presidente”.