Los interlocutores inmobiliarios coinciden en su diagnóstico. Estamos ante una nueva burbuja inmobiliaria, un dejà vu. Esto ya lo hemos visto y vivido. Concretamente antes de estallar esa burbuja, antes de la crisis que tuvo su augen al final de la primera década del siglo XXI. Hemos vuelto a los años 2005/2006 cuando los precios, tanto en venta como en alquiler, iniciaron una escalada que parecía carecer de fin. Hemos vuelto a los precios casi desorbitados de esos años. Hay razones que explican esa situación.
HAY ESCASEZ DE VIVIENDA, MUY POCA OFERTA EN MERCADO
Aquí estaría, sin duda alguna, uno de los factores claves para entender lo que está sucediendo. Los precios de la vivienda en los últimos tres años se han incrementado un 30%. Un aumento que no está de acuerdo con el incremento del poder adquisitivo de los compradores cuyo salario no crece al mismo ritmo.
Lo que se está imponiendo es la regla básica del mercado. Poca oferta que se sitúa a un precio, en ocasiones desorbitado, para una demanda que parece en choque. En Ontinyent no hay apenas vivienda nueva y no hay previsión de nueva construcción, al menos a corto plazo. Los precios del suelo (según agencia inmobiliaria consultada) oscilan en torno a los 1.400 euros/ m², a lo que hay que sumar repercusión del suelo según la edificación, impuestos, proyecto arquitectónico y margen de beneficio del constructor.
En teoría, la falta de vivienda nueva, debería abrir el abanico para que los compradores acudan a la segunda mano. Pero aquí los precios, incluso, se han duplicado en pisos que costaban 110.000€ de media y ahora superan los 220.000€. La escasez también se traspasa al mercado de alquiler. No hay disponibilidad de unidades, al menos no la suficiente para una demanda que, puesto que no puede comprar, piensa en el alquiler. En los últimos años, además, se detecta un movimiento especulativo, puesto que hay más inversores (sobre todo venidos de fuera) que adquieren viviendas de segunda mano para ponerlas en el mercado de alquiler. Las pocas unidades no casan con el precio asequible que puede pagarse.
EL ALQUILER MEDIO EN ONTINYENT SUPERA LOS 650 EUROS
Pero, cuando se habla de precio asequible, ¿a qué cantidad nos referimos? El Banco de España sitúa el 35% de los ingresos mensuales, es decir, para un salario de 1.000 euros no debería superarse más de 350 euros mensuales.
Realidad ideal y mercado, una vez más, van de forma descompasada. En Ontinyent, el precio mínimo del alquiler de una vivienda de 90 m², con tres habitaciones y condiciones dignas para una familia, se sitúa por encima de los 650 € (según datos de Kapitalia Inmobiliaria). El portal Fotocasa, con apenas una veintena de pisos en disposición de alquiler, lo incrementa por encima de los 700€ y el portal Idealista.com apunta que en los últimos diez años el precio de alquiler se ha incrementado un 72%, en una vorágine que sigue sin detenerse.
SAN JOSÉ MÁS CARO, SAN RAFEL MÁS BARATO
Según la experiencia y datos que maneja Kapitalia Inmobiliaria, existen zonas calientes en la ciudad para el mercado de alquiler y otras donde los precios pueden llegar a enfriarse.
La media en el barrio de Sant Josep estaría situada entre los 550 y los 600€ mensuales. Eso sí, en fincas sin ascensor, procedentes del parque inmobiliario construido entre las décadas de los 60 y 80 del siglo pasado. En Sant Josep hay casos (según Fotocasa) de alquiler hasta los 1.000€.
Por el contrario, en San Rafael, donde no existe tanta demanda, las viviendas son más asequibles y tanto para alquiler como venta coinciden en tener un 25% menos de precio que en San José.
CASOS FLAGRANTES DE EXPLOTACIÓN CON INFRAVIVIENDA
Sí. En Ontinyent también existe infravivienda. Y existe quien se aprovecha de la situación. Tanto de la falta de oferta como de las pocas posibilidades económicas de algunos demandantes. Está sucediendo, sobre todo, con población inmigrante. Se han dado casos de cobrar hasta 350 y 400€ por una habitación para un matrimonio. ¿Cómo solucionar el problema? Los profesionales lo tienen claro. “Hace falta la intervención de las administraciones, sea la estatal, la autonómica o incluso la municipal. Es necesario promover la vivienda con precio asequible destinando ayudas a las constructoras o empresas que gestionan el mercado. Pero fiscalizando esas ayudas. Regulando, siguiendo y vigilando los resultados”, explica el gerente de Kapitalia, Salvador Palau.