Las guías Parker i Peñín dan puntuaciones de impacto para muchos de los vinos que produce. Pero Rafa Cambra, enólogo y empresario con bodega propia en la zona valenciana de Els Alforins tiene una visión corporativa de su oficio, enganchado a un territorio ya un colectivo que ha revolucionado el mundo del vino mediterráneo en los últimos años. En esta entrevista nos explica todo el trabajo que está realizándose en la zona que abarca las comarcas valencianas de Vall d'Albaida y Costera; las características de un territorio que procede de una larga tradición histórica y los objetivos de calidad y referencia que se persiguen.
¿Qué representa el territorio de Els Alforins'?
“Els Alforins valencianos es una subzona de la Denominación de Origen (DO) Valencia que se enmarca en el sur de la provincia de Valencia con Alicante y Albacete. Una zona fronteriza, en la que en 20 kilómetros se cruzan las tres provincias. Son 4.000 hectáreas de viñedo, a lo largo de tres poblaciones: Fontanars dels Alforins, Moixent y la Font de la Figuera, que tienen en común una viticultura de secano y de altura (entre 600 y 700 metros sobre el nivel del mar) y que se caracteriza por tener un clima de transición entre el mediterráneo y el continental de la gran meseta central”.
¿Qué valor aporta este territorio a la producción de vinos?
“Este territorio aporta, a lo que es la DO Valencia, un valor que es importante en la producción de tintos, que representan un 80% frente al 20% de blancos. Y, sobre todo, una viticultura de secano que está muy enganchada al olivo, a los almendros, a varios cereales. Así ha sido desde hace muchos años cultivos que se combinan. Y aporta también una paleta de variedades autóctonas. La principal es el monastrell pero también tenemos otros como la forcalla, la bonita o el arco que ayudan a configurar todo el espectro de nuestros vinos”.
¿Cuál es la tradición vinícola que explica la producción en ese territorio?
“El punto central de esta tradición sería el poblado íbero de Les Alcusses, un poblado cercano, un lugar mágico situado entre el valle de les Alcusses y el de los Alforins. Hay testigos, ánforas y restos de semillas que demuestran que existía cultivo de viñedo en esta zona y que data de hace más de 2.500 años”.
¿Por qué recuperar variedades autóctonas desaparecidas o en riesgo de desaparecer?
“El valor de recuperar variedades autóctonas es que están aquí bien aclimatadas desde hace muchos años. Garnacha, forcallano, monastrell, arco… son variedades que nos hacen ser diferentes en un mundo donde hay mucha competencia y, en segundo lugar, es importante por la lucha contra el cambio climático, porque representan una selección natural. Son variedades que están ahí arraigadas desde hace mucho tiempo y demuestran su resistencia contra la sequía, contra las fuertes lluvias de septiembre y por tanto nos dan valor en el reto de luchar contra el cambio climático”.
¿Cómo competir los vinos mediterráneos en un mercado tan competitivo?
“Nuestra fuerza es el paisaje. Tenemos un parche del sur de Valencia aislado que tiene un valor paisajístico. Y esto lo intentamos reflejar en la botella: un Mediterráneo fresco, maduro… un Mediterráneo que apetezca beber. Y con la paleta de variedades nuevas que están recuperando las bodegas creo que es muy importante.
¿Qué supone pedir y consumir este vino?
“Nuestra misión es defender que despellejar una botella de vino no sea un acto banal. Si conseguimos dignificar el producto embotellado a través de la calidad, podremos también mantener los puestos de trabajo, pagar los costes del viñedo… y así el campo no se acabará”.
¿Qué trabajo están realizando las bodegas de esa zona?
“Hace 35 años apenas existían 4 bodegas en la zona. Ahora somos 20 los que estamos intentando darle un valor a esta zona y seguir avanzando, cada uno desde su forma de ver este mundo. Aún somos jóvenes y tenemos tiempo para equivocarnos y levantarnos de nuevo. Engañarnos y acertar. Esto es lo que debemos hacer en el viñedo, en la crianza, en todos los procesos, experimentando con nuevas formas de criar el vino más apropiadas para nuestras variedades”.
¿Qué respuesta se ha logrado después de todos estos años de trabajo y experimentación?
“Se suele decir que nadie es profeta en su tierra pero en nuestro caso, el producto que estamos elaborando en este valle se valora cada vez más en el territorio valenciano, en los pueblos y ciudades más grandes. Es reconfortante que tu producto guste, se hable de ellos y se consuma en nuestra zona. Esto nos posibilita grandes sinergias para extender nuestro vino. Afortunadamente ahora también estamos entrando en el mercado nacional. Nosotros empezamos con la exportación y esta parte siempre ha representado más del 50 y 60%. Esto significa que nuestros vinos compiten a nivel internacional y dan la cara. Para mucha gente, que no conoce Els Alforins, cree que se trata de una zona nueva. Sobre todo ocurre entre los turistas que se avecinan hasta las playas valencianas a pasar sus vacaciones y se sorprende con lo que encuentran. Al final, lo que guardamos siempre son emociones. Y en nuestro caso esto se asocia a recuerdos de momentos felices, en un lugar vacacional, aquí nuestro vino representa un contraste con una zona más alta, cercana al litoral, con un valor ambiental y que crea vinos de calidad”.