"Somos dos pisos afectados, pero si cae la pared, en esta finca vivimos 15 familias"

En 40 años que Isabel Tortosa lleva viviendo en su domicilio nunca había tenido humedad alguna, hasta que hace cinco años la casa deshabitada adyacente a su finca, en la plaza Coronación, se hundió. Desde ese momento los problemas de humedades han sido constantes. No sólo en su vivienda, en el segundo piso, sino también en su vecina del primero, Rosa Vidal.

La situación ha llegado al punto de que las habitaciones afectadas "están completamente inutilizadas", puesto que suponen no sólo un problema para las vías respiratorias, sino también un peligro, “porque esto se hundirá y caerá”. Tal es el estado, que una de las habitaciones, en el domicilio de Rosa, tuvo que ser apuntalada por el Ayuntamiento de Ontinyent, por el riesgo de derribo existente. Así llevan ya dos años viviendo.

La casa deshabitada es propiedad de una entidad financiera, a la que ya denunciaron la situación hace cinco años. “Nos han dado siempre largas y por eso fuimos al Ayuntamiento, hace ya dos años, pero nos avisaron de que esto sería un proceso muy largo”, explican Isabel y Rosa. "Somos dos pisos afectados, pero si cae la pared, en esta finca vivimos 15 familias", insisten.

Admiten que en el consistorio les aseguraron que todo estaba listo para actuar de forma subsidiaria este mes de abril, pero el episodio de lluvias, que agrava la situación, ha hecho que se paralizara todo. "Si en estos días que ha parado de llover y ha salido el sol, hubiéramos visto movimiento, hubiéramos callado, pero aquí no ha venido nadie y ya no podemos más". El seguro de estas dos vecinas no se encarga de arreglar los desperfectos que hay en el interior de sus viviendas, puesto que “mientras no se solucione el problema de esta casa no arreglarán el de dentro, debido a que volvería a salir cuando llueva de nuevo”.

Pero ellas no son las únicas afectadas. Yolanda y Manuel Este viene son los vecinos que viven, junto a su padre, de 85 años y con problemas de movilidad, en la otra vivienda colindante a la casa deshabitada. Su madre murió el pasado mes de enero, sin poder ver solucionada esta cuestión. “Cogió una depresión después de cargar todos estos años con esto. Ésta era su casa y ver que no podía tocar ni arreglar nada, fue duro”. Ahora necesitan hacer mejoras en las escaleras y la barandilla para facilitar que su padre pueda subir a las habitaciones.

En su caso, a las graves humedades, suman también grietas de grandes dimensiones. Ellos tienen también apuntalado la azotea y cuentan “no podemos tocar nada, porque hay peligro de que nos caiga la casa” explican, y denuncian sin querer resignarse que “cada vez que llueve va a más”. Tanto los vecinos de un lado, como los del otro, sufren cada vez que llega el agua, oyendo los ruidos de las solidas. Acuden a la prensa con la esperanza de que por fin se ponga una solución. “Los bancos tienen mucho dinero, no hay derecho a que estemos así después de cinco años, cuando para ellos no supone un gran coste”.