Pintadas en el patrimonio local firmadas por el vandalismo

Pasear por las calles de una ciudad puede ser un viaje al pasado, una manera de conocer la historia y cómo vivían los antepasados, que transporte a otra época, a otro Ontinyent. Una aventura que, en más de una ocasión, se ve interrumpida por ataques vandálicos en el patrimonio. La última en sufrirlos ha sido la Font dels Violins, el monumento en memoria del compositor Josep Melcior Gomis. Una fuente datada de 1867 y que ha sido menospreciada en varias ocasiones. Cabe recordar que fue recuperada de un vertedero por Roberto Sais, quien años después la cedió al ayuntamiento para terminar en su ubicación definitiva, la calle Delme. Una fuente con historia, víctima de estos actos vandálicos. Unos actos que acaban costando dinero a todos, puesto que la reparación de los daños se paga con las arcas municipales. No hace falta irse muy lejos para comprobar que no es un caso aislado. En junio la Plataforma por la defensa del patrimonio de Ontinyent ya denunciaba que el lavadero de la Villa había aparecido con pintadas. La pasada semana volvía a denunciar a una vecina esta situación, ya que hasta el momento no se había hecho desaparecer. Parece estar en proceso de limpieza.

Arte urbano

Los grafitis se han convertido en un modo de arte, el urbano. Pero no todo es válido, no todo es arte. No lo es cuando se daña el patrimonio cultural de la ciudad. Respetar las calles y sus elementos es cuidar los recuerdos que se tendrán de ellos. Hay otras formas y otros espacios, y en Ontinyent existen varios ejemplos de ello. En el parque Mestre Ferrero o en el Ausiàs March, en la plaza de la Coronación o en el Campus de Ontinyent. Todos estos espacios cuentan con murales en los que diferentes artistas han plasmado su trabajo. Mención especial al último de estos ejemplos, el mural con el que Dulk le ha dado un valor añadido a la ciudad.