La buena gestión de las residencias, clave en la pandemia

El principio fue caótico. En esa premisa coinciden todos. El desconocimiento frente a lo que se nos venía encima. La desorientación. La falta de información clara. Sin embargo, las decisiones adoptadas en los primeros momentos, días antes de que se decretara el estado de alarma, han resultado cruciales, a la vista de los resultados.

CIERRE TOTAL
El día 11 de marzo, la directora de la Beneficencia, Laura García, y el gerente, Tony Alfonso, se encuentran en una jornada de trabajo en Valencia. Según lo que perciben, deciden volver rápidamente a Ontinyent "y cerrar la residencia a cal y canto", recuerdan. A partir de ese día no dejaron salir a nadie. Y tampoco dejaron que nadie entrase. Se utilizaban las pocas máscaras de las que se disponía. Se realizaron desinfecciones a fondo, una y otra vez.

Quizás esas directrices han salvado la vida de buena parte de los 36 residentes y los 27 trabajadores. Luego vino el tiempo "del agobio, de la incertidumbre, del estrés físico y emocional", explica Tony Alfonso. "Nuestro objetivo central era salvar vidas", sentencia Laura García. Y en eso pusieron todo su empeño. Aunque no han sido dos meses fáciles. "Las exigencias burocráticas han sido muchas, sin embargo no se han correspondido con la disposición de material sanitario", añade la directora. El hándicap, al principio cuando se carecía de todo, se suplió "gracias a las donaciones de máscaras, protectores faciales, etc., por parte de empresas y particulares". Desde la perspectiva de estos dos duros meses que han transcurrido, se tiene la conciencia de que "aquí las medidas han ido por delante del virus, afortunadamente", señala el gerente

DESDE EL VALLA
La misma situación de prevención se adoptó en la residencia La Saleta, con 133 internos y 80 profesionales. “Apostamos por la anticipación en relación a las intervenciones e instrucciones que estaban sucediendo. Antes de que se decretara la alarma, se tomó la decisión de cerrar el centro en las visitas y se tomó un suministro de material de prevención que se inició en enero. En los últimos meses, nuestros protocolos internos han sido muy estrictos para garantizar la seguridad y salud de nuestros residentes, priorizando la atención a la salud, el cuidado y la atención personal”, explica la directora Alicia Micó, quien recuerda cómo algunos familiares se acercaban a la valla sin acabar de entender, al principio, por qué no podían acceder a visitar a los residentes.

DESINFECCIONES
Las residencias de Ontinyent, incluso, han sido pioneras en algunos procedimientos de desinfección, como fue el caso de la de San Francisco que puso en marcha un sistema a partir de un arco de desinfección para los accesos a las instalaciones instalaciones y aplicación de luz ultravioleta. En el caso de este centro son 68 residentes y cerca de 50 trabajadores que se han empleado en cuerpo y alma para combatir esta situación.

SACRIFICIO
Pero al sacrificio de los trabajadores también cabe sumar el de los propios residentes. Aunque, en líneas generales como confirma Tony Alfonso "lo han soportado mucho mejor de lo que pensábamos y se han acostumbrado rápidamente a la nueva situación", han surgido momentos complicados como el del confinamiento en las mismas habitaciones. Desayuno, comida, cena, pasar la vida sin salir de la misma estancia.

El difícil equilibrio ha sido, sin duda, el mayor reto que se ha tenido que abordar. “Todo nuestro equipo profesional ha intensificado su trabajo con un objetivo común: salvaguardar la salud y seguridad de nuestros residentes para conseguir el menor impacto en su día a día y su calidad de vida. A pesar de las dificultades que ha llevado a este virus para llevar a cabo nuestro trabajo con normalidad, siempre hemos buscado mantener una comunicación fluida con las familias y hemos velado para que nuestros residentes mayores puedan estar en contacto a través de videoconferencia con sus seres queridos ”, explica la directora de la Saleta, Alicia Micó.

REIVINDICAR
La residencia de Sant Francesc, integrada en el grupo Lares, también considera que es el momento para que se escuche el argumentario de los centros de mayores, de acuerdo con lo que ha sucedido en los últimos meses. “Es imposible hacer entender a una persona con deterioro cognitivo, un aislamiento de más de 60 días. Y es contraproducente para su calidad vital mantener su vida entre las cuatro paredes de una habitación. Máxime cuando no es positivo o no hay positivos en ese centro”. Por eso se exige que “se habilite el uso de jardines y zonas comunes para la socialización. Siempre con las máximas condiciones sanitarias y prevención de seguridad”. Y respecto a la desescalada iniciada plantean “apoyar cualquier acción para la recuperación económica y social, pero nunca a expensas de los más vulnerables. Nuestros mayores no metieron el virus en sus residencias. Vino de fuera” y piden una discriminación positiva para los empleados de las residencias.

ADAPTARSE
Entienden desde las residencias que los cambios que se han introducido "han venido para quedarse" y que las precauciones tendrán que perdurar. Se ha salvado una situación crítica, con resultados positivos en Ontinyent, pero "no podemos relajarnos porque el virus no ha desaparecido".