Muchas son las informaciones que bombardean nuestras vidas acerca de aquello que es saludable y lo que no lo es. Lo cierto es que la ciencia es la que ha corroborado que algunos productos que utilizamos a diario como envases, latas y papel térmico -el de los tiques de la compra- que contienen Bisfenol A (BPA) tiene unos efectos negativos sobre la salud de las personas.
Esta afirmación se puede realizar gracias a la investigación que ha llevado a cabo un grupo de científicos, entre los cuales se encuentra el ontinyentí Sergi Soriano Úbeda, de la Universidad de Alicante (UA), después de una década estudiando esta sustancia y dos años y medio de trabajo específico en esta área.
Durante el estudio, los investigadores han tratado in vivo a ratones con cantidades pequeñas de BPA, como las que se encuentran normalmente en la sangre humana, comprobando como esta sustancia altera la función de las neuronas nociceptoras encargadas de las sensaciones dolorosas aumentando la excitabilidad celular. Después de ocho días de tratamiento con BPA, los ratones tratados mostraron una mayor sensibilidad al dolor por calor que los ratones no tratados con esta sustancia. “Esto significaría que estar en contacto permanente con BPA aumentaría la predisposición a padecer ciertas enfermedades neurológicas como una mayor sensibilidad al dolor”, afirma el investigador de la UA, Sergi Soriano.
Hasta que esta sustancia sea prohibida, como ya ha ocurrido en algunos países, los autores del estudio recomiendan el principio de precaución: evitar envases de plástico marcados con los números 3, 6 ó 7 dentro de un triángulo, pues son los que mayor cantidad de BPA contienen, y no calentar la comida en recipientes de plástico, sino de vidrio o cerámica, ya que, con la exposición al calor, el Bisfenol A migra al alimento.
En cuanto a los recibos de compra, que suelen asimismo contener grandes cantidades de Bisfenol A, se aconseja no estar en contacto directo con ellos ya que, con el calor corporal, aumentan las probabilidades de absorber esta sustancia a través de la piel, apuntan los científicos.