El Projecte Trèvol surgió de unas familias que querían integrar a sus hijos con discapacidad intelectual en el mundo laboral y poco a poco se fue consolidando abarcando todas las etapas de la vida con una misma filosofía: la integración con apoyos. Este año, coincidiendo con el año de pandemia, se celebra su 25 aniversario, que aunque haya tenido que suspender sus celebraciones, queda constancia documental de su primer cuarto de siglo. De la mano de su directora, Mª Amelia Martínez, hacemos una radiografía al estado de este programa social.
Son muchos años los que está al frente del Projecte Trèvol, ¿qué balance haría del primer cuarto de siglo de este programa?
“El balance es muy positivo, en cuanto al número de usuarios que han conseguido resultados, por lo que respecta a los programas y los técnicos, también en la financiación e implicación de las administraciones. ¿Significa esto que está todo hecho? Pues no. La vida evoluciona, las cosas cambian, los tiempos y las demandas también y si queremos ir caminando con la vida, tendremos que funcionar con ella. Lo que pedían las familias hace 20 años no es lo que necesitan hoy, requieren nuevos recursos. Al mismo tiempo hay que consolidar iniciativas, pero creo que el recorrido salta a la vista”.
¿Cómo recuerda sus inicios, desde el 6 de octubre de 1998?
“Los comienzos los recuerdo como ‘Aterriza como puedas’ y esa fecha exacta cada año la celebro como ‘Si lo sé no vengo’, porque ha habido momentos muy duros: dirigir este proyecto implica abordar distintos frentes y no es fácil de gestionar. Por otra parte, también he pensado ‘Que me quiten lo bailado’ y eso me genera mucha gratitud, sobre todo por las personas que me he encontrado en el camino, porque esto es un trabajo coral. Cuando llegué al Trèvol me encontré con unas familias con expectativas, una sociedad que no compartía esa manera de entender la discapacidad. Recuerdo que las primeras jornadas en 1999 llegamos al salón de actos de ATEVAL, donde nos esperaba el empresario José Niñerola y al entrar me dijo: estos chiquitos tienen que estar en sus centros. Cuando salimos cambió de opinión: vamos a contratar en Piel SA a una persona. El concepto del momento era que las personas con discapacidad, especialmente intelectual, no valían y tenían que estar en centros y eso se ha ido cambiando. A largo de los años tenemos una ciudad mucho más inclusiva, más abierta, gente con una perspectiva diferente”.
En su opinión, ¿ha servido para cambiar la visión de la sociedad valldalbaidina respecto a las personas con discapacidad intelectual?
“Yo creo que todavía no es suficiente, porque la discapacidad no interesa. Vivimos en una sociedad que no quiere ver las dificultades. Pero siendo esto verdad en la mayor parte de la población, hay mucha gente sí que ha cambiado, algunas empresas incluso se han dado cuenta que contar con personas con discapacidad es una ventaja desde el punto de vista económico por la optimización de los recursos humanos y cómo beneficia al clima laboral, repercutiendo en la producción de la plantilla. De hecho la estrategia europea 20/30 habla de la desinstitucionalización, de que las personas con discapacidad tienen que formar parte de la comunidad y la pandemia ha ratificado que la institucionalización no es buena. Queda mucho por hacer pero Ontinyent y esta comarca posiblemente sea una de las zonas más inclusivas, por el trabajo de muchas entidades y, entre ellas, del Trèvol”.
En cuanto al empoderamiento de los usuarios, ¿piensa que se ha conseguido?
“Eso sí que se ha logrado, a diferentes niveles, dependiendo del grado de discapacidad y de conciencia de la persona, pero los usuarios del Trèvol tienen un empoderamiento, es decir, la capacidad de pedir lo que quieren, de reclamar, de materializar algunos de sus sueños y desde un papel totalmente protagonista en sus vidas. En 2015 vino al Trèvol Javier Tamarit, que es una de las personas más relevantes en España en el mundo de la discapacidad intelectual y le comenté que los grupos de autogestores -personas con discapacidad que sirven de representantes de sus compañeros para pedir lo que necesitan- no funcionaban y me dijo con el nivel de autogestión que tiene, ¿qué quieres? Aquí nadie necesita sentirse representado. Aquí viene uno y dice lo que quiere decir, donde y cuando quiere. Hay un nivel de empoderamiento muy grande. Ellos no se ven diferentes, son conscientes de que necesitan sus apoyos, pero no sienten por eso que tengan menos opciones en la vida. Lo esencial no es que el proyecto de tu vida sea muy elaborado, sino que lo decidas tú, incluso que personas con altas discapacidades, por ejemplo, puedan escoger qué menú quieren comer, en función de sus gustos”.
Uno de los caballos de batalla ha sido la financiación que sustenta el Trèvol. ¿A día de hoy es un asunto resuelto?
“Esa problemática no está resuelta pero tiene perspectiva de solución. El recorrido que ha hecho el Trèvol ha sido con el apoyo de la Mancomunitat, que es la que ha proporcionado el peso económico. Ahora existen líneas de financiación, los procesos que se requieren que son que la Conselleria cubra las plazas que se necesitan se van materializando, de hecho de cara a 2021 la situación en este sentido será muy sostenible. Este itinerario de supervivencia ha generado que se tenga que reconocer que los resultados están ahí. Hace 15 años la Universidad de Salamanca, por mucho que nos mirara con cariño no habría puesto en marcha una investigación y ahora sí. Todo denota que conforme una obra se va manteniendo en el tiempo, va generando un poso y una certeza y de cara a la gestión también facilita las cosas: el Trèvol tiene un peso”.
En su opinión, ¿cuál es el mayor hito que ha conseguido este programa?
“Cumplir 25 años. Subsistir, sobre todo los primeros años, porque hasta los años 2010-2012 nadie tuvo garantías de que este programa se pudiera sostener”.
¿Cómo ve el futuro del Trèvol, más allá de Mª Amelia Martínez?
“Yo espero que bien. Desde hace años uno de mis quebraderos de cabeza es asegurar el futuro más allá de mi persona, si no esto no tiene ningún sentido. No quiero decir que vaya a poner a la persona que me relevará en el cargo, esto es una administración pública y tiene sus procesos, pero intento formar y enseñar a la gente que trabaja conmigo, a tener una perspectiva de futuro y principios fundamentales a los que tender. Uno de los motivos de la entrada del Trèvol en Plena Inclusión en el 2011 era este. Yo le dije a Javier Tamarit que ‘El llanero solitario no va a ninguna parte’ y él me contestó: ‘Para mí sería un honor que Trèvol sea parte de plena inclusión’ y para Trèvol estar con ellos es una garantía de futuro”.
¿Qué proyectos tiene a medio plazo?
“Queremos abrir más tiendas y si no hubiera habido pandemia habría una abierta ya en Beningànim, porque entendemos que somos un proyecto comarcal y esta población está a la otra parte de la comarca y conviene estar allí presentes. También queremos tener más viviendas, desarrollar el programa de vida independiente, así como consolidar la financiación”.