Hace un par de años ya estuvimos en Indonesia, visitando varias partes del país. Bali es una isla muy especial, siempre que pensamos en ella nos viene a la cabeza: campos de arrozales, ofrendas por doquier, cataratas salvajes y gente hospitalaria, así que no pudimos resistirnos a volverla a saborear y dedicamos todo junio a conocerla más a fondo.
Empezamos por la costa de Sanur. Zona cercana a Kuta, la capital de los surferos por excelencia, aunque lo bastante alejada para no estar rodeados de turistas a todas horas. Nuestro alojamiento, una casa típica balinesa, con baño y cocinas exteriores, perdida entre las estrechas calles residenciales, que sin darte cuenta te llevan a playas donde los locales se juntan para cenar con barbacoas o simplemente pasear a sus mascotas.
Visitamos aviones abandonados, volvimos a probar el sabroso “nasi goreng” (plato tradicional a base de arroz frito) que tanto echábamos de menos y comimos por primera vez el “Lak-Lak”, un dulce tradicional a base de harina de arroz y coco. Junto con los niños locales, intentamos volar las típicas cometas que inundan el cielo de Bali al atardecer, cuando el viento sopla con más fuerza. Visitamos templos antiguos excavados en rocas entre la naturaleza, solitarias cascadas, disfrutamos del palacio real de agua, y de nuevo nos perdimos por sus carreteras ,haciendo unos cuántos kilómetros a la moto alquilada, conociendo más a fondo el Bali real. En cuánto te sales de la zona “turística”, no es de extrañar que algún balinés se acercara con su moto y te preguntara curiosamente donde íbamos y de donde éramos…
Tras Sanur, visitamos Amed, lugar perfecto para buceadores donde puedes visitar buques hundidos, llenos de vida marina, cerca de las costas, incluso practicando esnórquel! El pueblo se encuentra muy cerca del volcán Agung, el monte más alto de Bali, considerado como un lugar sagrado para el particular hinduismo balinés, la religión predominante en la isla. Así que las vistas del atardecer con el mar a un lado y el volcán al otro son inigualables.
Volvimos a nuestro sitio preferido, Ubud, la cuna del arte en Bali. Allí todo el mundo es un artista a su manera: los que no tallan madera o esculpen figuras en las puertas principales de sus casas, se dedican a crear espectaculares cometas con formas de dragones o mariposas. La ciudad alberga un bosque de monos donde poder visitar a los curiosos primates que incluso te los puedes encontrar por los comercios de las calles cercanas al mismo bosque. También se pueden encontrar muchas cafeterías-galerías de arte con exposiciones de la gente local. Todo ello rodeado por extensos arrozales organizados en cascada que otorga unas vistas impresionantes.
Y como colofón final, tomamos un avión sobrevolando volcanes, hasta Labuan Bajo, para conocer el famoso Parque Nacional de Komodo.
Durante 3 días, surcamos las aguas del Mar de Flores en un crucero, observamos a los famosos dragones, vimos el amanecer en la espectacular isla de Padar, gozamos de sus espectaculares playas, como la Pink Beach, avistamos tortugas desde la cubierta mientras nos relajábamos e hicimos snorkel en extensos arrecifes. Las noches las pasamos a bordo del barco, disfrutando de la gastronomía local preparada por la tripulación, y con los karaokes nocturnos con los compañeros del navío cantando, desde éxitos en español como “Despacito”, hasta canciones típicas indonesias, improvisando sobre la marcha.
En definitiva, si no has visitado Bali, no puedes dejar de vivirla al menos una vez en la vida.
Te aseguramos que no te arrepentirás.