Desde que estallara la guerra civil en Siria, han muerto cerca de medio millón de personas y han huído del país 5 millones de habitantes. Son cifras que dan a entender la magnitud de este conflicto bélico entre hermanos, pero que cobra su cara más cruda cuando se traduce en historias personales como la de Jamil, un joven de 24 años residente en Ontinyent, que se encuentra entre esos 5 millones de huídos, para evitar ser parte del otro medio millón de fallecidos.
“En Siria, cuando tienes entre 16 y 18 años tienes que hacer el servicio militar, lo que significa ir a luchar. Yo vi como mi amigo se fue para regresar muerto y yo no quería que eso me pasara a mí. Tampoco quería matar a mis hermanos en el frente, por eso decidí huir”, explica Jamil. Era el año 2013, tan solo dos años después de iniciarse la guerra, él trabajaba como carnicero y optó por salir de su país, a través de Turquía donde estableció su residencia. “Intenté abrirme paso en Turquía, pero conseguía trabajo y no me pagaban, así que después de dos años, decidí proseguir mi viaje y encontrar un sitio con porvenir”, afirma este sirio en el exilio. Su periplo le llevó a Argelia y de allí pasó a Marruecos.
Vía Melilla se introdujo en la Península Ibérica, donde recorrió varias ciudades. “En todo este tiempo mi mayor temor era que me hicieran regresar a mi país”, detalla este inmigrante. Animado por unos conocidos que vivían en Ontinyent, situó a esta ciudad en el mapa como el lugar donde quería fijar su residencia. “La vida aquí no es tan cara como en las grandes ciudades, me gusta Ontinyent y no me importaría residir aquí el resto de mis días”. Ya ha visto las fiestas, afirma que le gustan, pero sobre todo el mayor atractivo de este entorno es el Pou Clar.
La clave para hacer realidad este sueño, pasa por encontrar un trabajo, que le permita sufragarse una vivienda. “Me gustaría traer aquí a mi mujer, que está ahora en Egipto, al igual que mis hermanos”, declara. Por el momento, desde los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Ontinyent y desde la Cruz Roja, a través del programa de personas en extrema vulnerabilidad, Jamil está residiendo aquí. Su objetivo ahora es aprender el idioma, puesto que esta entrevista tiene lugar gracias a la traducción árabe-español de una voluntaria de la ONG. Aunque insiste en que lo que realmente necesita para salir adelante es un trabajo. “Toda la ayuda que pueda recibir Jamil es bien recibida, a través de un trabajo o proporcionándole una vivienda”, apuntan desde Cruz Roja.