¿Cómo es un verano en Ontinyent sin Fiestas de Moros y Cristianos?
“Es raro. La ciudad nota que no tiene Fiestas. Debería estar luciendo el castillo en la fachada del viejo Ayuntamiento desde finales del mes de junio. Tendríamos banderolas y luces colocadas por toda la ciudad. Los sábados se escucharían las bandas de música. Es un verano raro y triste porque la fiesta es un símbolo de identidad y también algo que nos permite sociabilizarnos en Ontinyent. Y esto nos tiene que hacer recordar la situación que vivimos, sobre todo ahora que la gente está bajando las precauciones. Es fundamental que recordemos que no estamos en una situación normal”.
¿A dónde ha ido a parar todo el dinero que se destina para las Fiestas y que este año se ahorra el Ayuntamiento?
“Principalmente se ha destinado a partidas de ayudas sociales. En el mes de junio aprobamos una modificación de crédito que nos permitió desviar 60.000 euros a medidas para hacer frente a las consecuencias de la pandemia. Hay una partida consignada a la espera para hacer frente a la Feria y a las Fiestas de la Puríssima, pero habrá que ver la evolución”.
¿Le preocupa la situación actual con las amenazas de rebrotes y la progresión que van tomando los acontecimientos?
“Sinceramente creo que es cuestión de tiempo que tengamos casos de nuevo en Ontinyent. No somos una isla y la gente se mueve. Lo observo con preocupación y nosotros vamos a poner nuestras medidas. Reuniremos a las fuerzas de seguridad para trazar planes de actuación desde esta misma semana”.
Todos los focos están situados sobre el ocio.
“Creo que todos los indicadores apuntan a que se ha producido una relajación, sobre todo, entre la gente más joven. Tal vez existe una cierta sensación de impunidad en algunas edades, pero hay que ser conscientes de que la gente joven, después, se mezcla con personas de mayor riesgo. Nosotros vamos a reforzar al máximo la vigilancia y control sobre todo en las zonas de ocio nocturno y en los parques. Se incrementarán los controles. Ahora, desde la entrada en vigor del decreto de la Generalitat sobre el uso de las mascarillas es mucho más fácil la labor de las fuerzas de seguridad porque hay una normativa a la que acogerse”.
¿Preocupa el problema del Pou Clar, no solo como posible foco sino también por todos lo efectos que está provocando la llegada de gente”
“Si llega el momento, si se degrada la situación o si detectamos un brote pediremos a la Confederació Hidrográfica del Xúquer que se prohíba el baño en el Pou Clar. A nosotros nos preocupaba más el control del COVID que el tráfico en la zona, por eso nos hemos centrado en el control de aforo. Es cierto que está viniendo mucha gente de fuera de Ontinyent y el problema tiene difícil solución porque es complicado controlar los accesos, no se pueden poner puertas al campo, y porque la Policía Local no tiene competencias para sancionar en materia de tráfico sobre la carretera. Además no existe un registro de entrada de la gente que viene a bañarse y por esa razón sería imposible establecer un rastreo en caso de que surgiera algún caso”.
Además tiene a la Policía Local molesta con algunas de sus decisiones.
“En ese sentido ya hemos puesto en marcha la mesa de negociación y entiendo que llegaremos a acuerdos. Es un problema más de remuneración económica y competencial pero por eso estamos negociando y veremos las reivindicaciones que sean justas y las atenderemos”.
¿Cree que podemos llegar a una situación en la que desde el Ayuntamiento de Ontinyent se recomiende el confinamiento como está sucediendo en otros municipios?
“Espero que no lleguemos a una situación tan drástica, pero la salud será siempre nuestra prioridad. Si llega el momento y hemos de solicitar un retroceso en las fases, lo solicitaremos para evitar males mayores”.
¿Estamos mejor preparados que las grandes áreas urbanas para superar este tipo de crisis?
“Creo que la experiencia ya nos ha demostrado que el modelo de ciudad mediana tiene muchas ventajas. El COVID ha puesto de relieve que el estilo de vida en una ciudad con servicios como en cualquier barrio de una gran capital pero sin sus inconvenientes es bastante atractivo. En situaciones complicadas aquí nos sentimos más seguros y protegidos”.
¿Cree que la economía va a poder aguantar este embiste?
“Preocupa, sobre todo, la situación a la que llegaremos en el mes de septiembre y octubre. Lo que suceda ahora condicionará esos próximos meses. Si se vuelve a paralizar la economía será muy complicado remontar el vuelo. En el mundo empresarial, sobre todo en la industria textil, existe un cierto grado de optimismo. Se está realizando una gran esfuerzo y se observa cómo el mercado sanitario está generando una demanda, aunque la incertidumbre está en saber si ésta será sostenible en el tiempo. Respecto a la economía doméstica, en la hostelería los inputs que recibimos hasta el momento son bastante positivos y en el sector del comercio hay un condicionante que viene marcado por la falta de perspectiva, no se sabe lo que va a pasar en un futuro inmediato”.
¿Se han deteriorado las relaciones con la Generalitat, y más concretamente con la Conselleria de Economia a cuenta del enfrentamiento por el clúster?
“No. No ha existido tensión. Tal vez más dramatización, más palabras… para nosotros era todo muy sencillo puesto que se trataba de aprovechar una oportunidad que surgía para nuestras empresas locales. Y, así se lo he recordado al conseller Rafa Climent que también ha sido alcalde. Las administraciones locales somos más ágiles y dinámicas que la autonómica o la estatal. Podemos dar respuestas antes. Y era necesario dar una respuesta rápida a una inquietud que había surgido como oportunidad por parte de unos empresarios que querían afrontar el desabastecimiento de material sanitario con la fabricación propia. No podíamos perder ese tren del clúster textil sanitario. Si, en un futuro próximo, la administración autonómica desarrolla un clúster comunitario de salud pública, nosotros intentaremos estar ahí en las condiciones en que se nos diga, pero mientras tanto teníamos que hacer cosas”.
Tal vez, como decía Joan Fuster, es una “qüestió de noms”.
“Un clúster no tiene por qué estar condicionado a una dimensión territorial. En definitiva, el nombre no hace la cosa. Si quieren denominarlo grupo o plataforma, adelante, pero lo esencial es que, en estos momentos, apoyemos la iniciativa de nuestras empresas textiles que quieren buscar una nueva línea de negocio. Ojo, no se trata de sustituir sino de ampliar lo que ya existe, diversificar la producción”.
¿Pero están bien engrasadas las relaciones institucionales con las otras administraciones?
“Lo que verdaderamente nos preocupa es la ralentización. Nosotros hemos realizado un esfuerzo en las arcas municipales rescatando hasta 3 millones de euros para afrontar esta situación. Sin embargo, desde la Generalitat o desde el Gobierno de Madrid no llegan ayudas a los ayuntamientos y lo único que se nos dice es que devolvamos el superávit a los bancos”.